jueves, 10 de octubre de 2013

CONSTELACIONES PARA EL RECUERDO (XI)

ROBUR CAROLINUM

Esta nueva entrega de la sección constelaciones para el recuerdo,  aborda la única constelación creada  por el importante matemático y astrónomo real, Edmund Halley.

Nacido en 1656 en Haggerston, Shoreditch (Londres), desde joven Halley sintió una gran inclinación por las matemáticas; en el año 1673 estudiando en el The Queen College de Oxford, publicó artículos sobre el sistema solar y las manchas solares. En 1675 entró como asistente del astrónomo del Rey, John Flamsteed, ayudándole en sus observaciones en el Observatorio de Oxford. En Agosto de ese año, comenzaron las obras del Observatorio Real de Greenwich, para el cual Flamsteed había sido nombrado director y se dispuso a confeccionar un  catálogo de estrellas del Hemisferio Norte; probablemente Halley  influenciado por esa idea decidió hacer lo propio, pero con las estrellas del Hemisferio Sur.
Con el apoyo financiero de su padre, del Rey Carlos II de Inglaterra, contando con la ayuda de William Brouncker que fue presidente de la Royal Society de Londres y del matemático y astrónomo Jonás Moore, en Noviembre de 1676 Halley embarcó en un navío de la Compañía de las Indias Occidentales con destino a la isla de Santa Helena, situada en el Atlántico sur,  el  territorio más austral del imperio británico  donde llegaría en Febrero de 1677.
Durante su estancia  en la Isla, la climatología le fue adversa para realizar sus  observaciones astronómicas, frustrando buena parte de sus expectativas; no obstante cuando en Enero de 1678 embarcó de regreso a Londres, traía elaborado: un catálogo de 341 nuevas estrellas con sus latitudes y longitudes celestes, (compilada por primera vez con la ayuda de un telescopio refractor de 7.3 metros de longitud)  el descubrimiento de un cúmulo en la constelación de Centaurus y el registro de la primera observación completa del tránsito de Mercurio por el disco solar, efeméride acaecida el 7 de Noviembre de 1677.


En Mayo del  año de su regreso, llevó sus resultados a la imprenta y en Julio se terminó la primera impresión, para ya en el mes de Noviembre presentar el trabajo final en  la Royal Society de Londres.  Al año siguiente, 1679, publicó su catálogo de estrellas del sur con el nombre Catalogus Stellarum Australium, Subtitulado "Supplementum catalogi Tychonici" (Suplemento al catálogo Tycho)  incluyendo en el mismo una relación de 12  estrellas para una nueva constelación, adjuntando un mapa con la figura de su creación.

Halley formó esta constelación de Robur Carolinum utilizando estrellas de la primitiva 
constelación de Argo Navis.

 Preciosa imagen de Gerard Mercator de la constelación de Argo Navis de 1551.

Como se puede leer en su listado original, Robur Carolinum fue creada “In Perpetuam” del Rey Carlos II como un gesto patriótico a su monarca, recordando  que según se cuenta permaneció escondido durante 24 horas en un Oak Real (roble) huyendo de una patrulla parlamentaria en una accidentada fuga, tras ser derrotado por las fuerzas republicanas de Oliver Cromwell en la batalla de Worcester en Septiembre de 1651.


En el listado de 12 estrellas de  Robur Carolinum podemos encontrar la estrella de magnitud 1.65 (la más brillante de todas, que hoy conocemos como Beta Carinae) Miaplacidus y la sitúa entre las raíces del árbol; Entre las ramas, se encuentra la  variable eruptiva ahora conocida como Eta Carinae (siendo el primer registro que se tiene de esta estrella) una de las más masivas del cielo y de gran luminosidad azul. También figuran Mu Velorum de magnitud 2.69, Theta Carinae de magnitud 2.70 y Omega Carinae de magnitud 3.25.

Johannes Hevelius en su atlas Firmamentum Sobiescianum Uranografía de 1690 incluye la constelación creada por  Halley junto a la de Argo Navis, en la zona que ocupaba las rocas o nubes de los diseños primitivos.

Aparece en los planisferios de John Flamsteed, de 1729, y de Nicolas Fortin de 1770
Planisferio de John Flamsteed de 1729
A pesar de leer en su encabezamiento el In Perpetuam para esta constelación, el abad Nicolás Louis de Lacaille (casi setenta y cinco años después), a su regreso del viaje al Cabo de Nueva Esperanza realizado entre los años 1750-1754, trajo consigo un ingente material de trabajo: registró más  de 10.000 nuevas estrellas del cielo austral, cuarenta nebulosas, nombró 14 nuevas constelaciones, (todas subsisten en la actualidad) renombró otra y lo peor, de la primitiva constelación de Argo Navis  creó tres nuevas: Carina (la Quilla) Puppis (popa) y Vela, y rechazó la de Robur Carolinum, de Edmund Halley  que aparecía junto al navío.
A partir de esa fecha la mayoría de los astrónomos siguieron este ejemplo y Robur Carolinum va perdiendo presencia en los Atlas, aunque su figura aparece en el planisferio de James Barlow de 1790 
Imagen del planisferio de Barlow de 1790

También queda representada en el atlas Uranographia de Johann Elert Bode de 1801.


Imagen del atlas de Bodes con la constelación de Robur Caroli II, 
Hasta llegar a los planisferios de Alexander Jamieson de 1822, y en el de Elijah Hinsdale Burrit editado en 1850.

Planisferio Alexander Jamieson 1822

Planisferio Elijah H Burrit
En el año 1930 la U.A.I, estableció y delimitó oficialmente las actuales constelaciones y eliminó entre otras la creación de Halley: el Roble de Carlos; las estrellas que componían la figura  fueron integradas, no a la primitiva constelación de Argos Navis, sino a las creadas por Lacaille: Carina, Puppis y Vela.

Hasta la próxima

Texto:Paco Tello

3 comentarios:

Anónimo dijo...

este artículo es un compendio interesantísimo de datos que resulta del todo imposible encontrar otro mejor en estos momentos en la red. Felicidades al autor y director de la sección por el gran trabajo que realiza y que gentilmente comparte con todos nosostros

Carmelo dijo...

Paco
Magnifico articulo.
Felicidades

Paco Tello dijo...

Gracias a Anónimo y a mi querido amigo y maestro Carmelo.

Esta sección no deja de sorprenderme (cuando recabo datos en libros y en la red) de las vicisitudes de los protagonista en sus viajes para estudiar aquellos cielos que perdimos para siempre.